viernes, 3 de diciembre de 2010


Masianismo y empresa

Artur Mas será el nuevo presidente de la Generalitat de Catalunya. Ninguna sorpresa. Muchos le señalan como el nuevo mesías para Catalunya, aunque el candidato a la presidencia haya querido alejar a CiU de cualquier tinte redentor, místico o divino. Por humildad, le gusta repetir tras vencer a sus adversarios. Y porque -ahora sí- advierte que la coyuntura es la que es. Claro que en cuatro años la circunstancia cambiará. ¿Será entonces justo y atribuirá a la coyuntura lo que deba atribuirle, en demérito propio?

El líder de la federación nacionalista se prodiga por televisiones para comunicar su buena nueva. Y le gusta remarcar que cuando menta a la empresa habla de empresario y trabajador. La definición intelectualmente está muy bien, pero a nadie o a pocos que trabajen en una empresa se les reconoce su trabajo hasta el punto de que hagan suya la empresa como proyecto, como misión. Es que ni el directivo busca que el trabajador vea a la empresa como suya: porque no lo es.

Tal discurso masiánico es papel mojado. Si menciona facilidades para la empresa, se refiere al empresario, por más que diga. Y no importa. Pero que no enmascare la realidad, que no hable de empresa y pretenda que trabajadores y jefes la vean como suya de la misma forma. ¿Que podría estar bien para algunos que fuera así? Nada que objetar. Pero entonces habría que luchar para que al trabajador se le reconociera como es debido en la empresa y, de esa manera, el asalariado pudiera llegar a ver el objeto de su empresa de veras como el suyo. Que el trabajador disfrutara de los dividendos de la empresa o que participara en decisiones trascendentales, por ejemplo. Pero una situación como la descrita es minoritaria, microscópica, más bien; ficticia, casi.

Sólo quería aclarar con lo anterior que no me paso ese “detalle” suyo en cuanto a definición de empresa. Por lo demás, adelante con su mano tendida. El movimiento se demuestra andando.

Hablo ahora de otros partidos. En este país, por lo menos en Catalunya, ser de derechas comporta mala prensa. No sé si alguna vez lo he publicado en otra entrada (mi memoria es mala), pero explicaré una anécdota. Antaño, reconocía en las entrevistas a diputados que hacían en Catalunya Radio quién era de derechas porque, cuando se le preguntaba en el test final al político de turno si era de derechas o de izquierdas, el de izquierdas siempre respondía que de izquierdas, sin embargo, el de derechas contestaba con evasivas tales como “eso de izquierda o de derecha ya no se lleva”. Sea como sea, lo que más me disgustó de las elecciones pasadas fue que el PP recuperase la tercera posición en el hemiciclo.

De órdago, el batacazo de ERC. Craso error dividir el independentismo. Divide y vencerás. Supongo que olvidaron esa máxima. O bien, pensando mal, la división no es más que un claro síntoma de la lucha por la poltrona y no por el país, como suele afirmar cualquier partido. Si hubieran mirado por el país, habrían pactado una candidatura conjunta. Y no me vale que tengan ideología dispar. Lo primero es lo primero, si aseveran en los programas que es la independencia. En clave interna, para el partido de Laporta genial. Ahora podrá luchar por los independentistas que se han decantado por CiU. Y por favor, si fuera Puigcercós me iba, y si militara en Esquerra exigiría su dimisión.

PS: Si ICV se mantuvo fue porque llegó al hueso.

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