jueves, 16 de febrero de 2012


Parados con prestación podrán trabajar para la comunidad

La reforma laboral decretada hace unos días por el gobierno de España permitirá que parados con derecho a prestación puedan realizar servicios de interés general en beneficio de la comunidad a través de convenios con las Administraciones Públicas. Dicen que como medida para combatir el fraude.

Según las cifras facilitadas por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, en enero de este año la cifra de parados se situaba en 4.599.829 personas. [Según la Encuesta de Población Activa, el número de parados en el cuarto trimestre de 2011 ascendió a 5.273.600 personas]. El ministerio también indica que los beneficiarios de prestaciones por desempleo en el mes de diciembre de 2011 ascendieron a 2.927.098. Como el paro subió de diciembre a enero en 177.470 personas, eso significa que en diciembre el número de parados era de 4.422.359. Por lo tanto, 1.495.261 parados no estaban cobrando ninguna prestación en diciembre.

¿Cómo explica el gobierno a estos parados sin prestaciones que ofrecerá trabajo a parados que ya están cubiertos por algún tipo de prestación? Porque al final, según la reforma laboral, parece que hay trabajo pero que no hay dinero para pagar salarios. Solución que se ha buscado: aprovechamos a los vagos –perdón, parados- que están cobrando por la cara y cubrimos puestos necesarios. ¿Algo similar es lo que pedía para bibliotecas hace unos días Ana Botella, no? Parece que se ha salido con la suya.

martes, 7 de febrero de 2012


El bachillerato de Wert

La propuesta del ministro de Educación, José Ignacio Wert, de concluir la ESO en tercero y añadir un curso a bachillerato y a FP, y pese a ello, mantener la escolaridad obligatoria a los 16, es más una ocurrencia que una reflexión medianamente meditada. El alumnado deberá cursar primero de bachillerato o de FP aunque luego no desee continuar ni con el primero ni con el segundo. Hace unos días, me comentó una excolega de profesión –ex, porque he sido yo maestro- que se hacía cruces del anuncio.

Hete aquí los motivos: con el sistema actual, los estudiantes de la ESO pueden obtener el título y, bajo el amparo de la ley, trabajar a partir de los 16 (si hubiera faena, se entiende). Con este mismo modelo, sin embargo, ya hay alumnos que no acaban la ESO y optan por ir a trabajar –al paro, quería decir- cuando cumplen la edad legal, con independencia del curso en el que estén. ¿Imaginan ustedes cómo es el día a día de algunos profesores y estudiantes en una clase donde hay alumnos que esperan a cumplir los 16 años para abandonar la ESO? ¿Imaginan la consiguiente repercusión negativa para quienes desean aprovechar los estudios? Pues ahora imaginen clases de primero de bachillerato y de FP ideadas por Wert.

En estas coexistirán –que no convivirán- alumnos que quieren aprovechar FP o bachillerato con alumnos que sólo deseaban obtener el título de la Secundaria obligatoria –sin ir más allá- y con aquellos que ni si quiera anhelaban lo anterior. Estos dos últimos grupos deberán esperar hasta que cumplan la edad legal para poder trabajar –sean meses, un curso o un año-, en una etapa educativa que –y ellos lo saben- de antemano nadie les obliga a superar. Ahora, por lo menos, todo el alumnado de la ESO tiene el aliciente del título. Espero que en la propuesta del ministro haya más de globo sonda que de ocurrencia.

viernes, 3 de febrero de 2012


La huelga general de Rajoy

“La [reforma] laboral me va a costar una huelga [general]”, le espetó Rajoy a su homólogo finlandés hace unos días en el Consejo Europeo. El presidente del Gobierno avanza con esta declaración presentada como si fuera privada que las medidas serán de gran calado y perjuicio para muchos -ya saben ustedes sobre todo para quién-; tanto, que asume que deriven en una huelga general. Pero sospecho que espera que al generar tales expectativas de dureza, cuando se difundan las medidas, no tengan el impacto negativo esperado por las perspectivas creadas y contrarresten la hipotética convocatoria de una huelga general. Bien para tratar de abortarla, bien para disminuir su seguimiento en la medida de lo posible. Intenta matar así dos pájaros de un tiro: frenar las críticas a la reforma laboral y desactivar, en mayor o menor medida, una hipotética huelga general. Esto claro, si como creo, dijo lo que dijo a sabiendas que había cámaras y micros “espiando”.

Cabría interpretar otra lectura, complementaria a la anterior. A saber: como Rajoy prevé la hipotética huelga y la tiene asumida, manifiesta que ésta no dañará su imagen política como para revocar la reforma y, por lo tanto, seguirá adelante con ella sin temblarle el pulso. Buscaría de este modo otra vía para desactivar la huelga inexistente de la que hablamos: “Tanto si se convoca una huelga general como si no, tiraré adelante la reforma. ¿Para qué convocarla, entonces?”, vendría a ser la lógica subyacente a la que me refiero. Si tal razonamiento estuviera detrás de la sentencia, Rajoy sugeriría, además y en ese supuesto, que una huelga general no sirve para nada, que se trata solo del consabido “derecho a la pataleta”, de calderilla, de un peaje a pagar que no comporta mayores complicaciones. Pero eso un político jamás lo afirmará a la primera de cambio, públicamente y de forma literal. [¿Lo piensan así muchos, políticos o no?]

En ambos supuestos, le podría salir el tiro por la culata. Hay vida más allá de una huelga general. A lo mejor, el cálculo resulta erróneo y la reforma laboral levanta más ampollas de lo previsto. Puede haber más de una huelga general, puede haber una indefinida o puedes saltar del gobierno el presidente. Claro que todo esto es muy especulativo, pero la primavera árabe en la ribera sur del Mediterráneo aún no ha acabado y en la costa norte no sería un presidente la primera víctima de la crisis (Rajoy mismo está en el poder por ella).

¿Y si Rajoy creía de veras que sólo hablaba para el colega escandinavo? Entonces todo lo anterior se va prácticamente al garete. Aun así, no deja de demostrarse cierto relativismo en cuanto al poder efectivo que Rajoy cree que ostenta una huelga general. Tiene muy asumida la huelga y el malestar, pero no hay nada que hacer porque dice actuar por el bien de España. En la opción de que pensara que nadie excepto su colega le escuchaba, cabe también el extremo y la cínica posibilidad de que, hoy día, todo político que se precie necesita superar huelgas generales para aumentar prestigio, firmeza y renombre ante los suyos y el exterior. O bien, que pretenda presentarse como víctima para congregar la conmiseración de colegas. Esto me parecería mucho más probable que lo anterior.

Todavía se me ocurre, y ya acabo, que, en realidad, Rajoy se pronunció sobre la reforma laboral y la hipotética huelga general para sondear a la opinión pública, y así obtener nuevos datos y anunciar con mayor seguridad la reforma laboral. En política como en otros campos, se arrojan globos sonda para tomar el pulso a la opinión pública, para adueñarse de ideas o maquillarlas, o para conocer de antemano críticas con el fin de refutarlas mejor.

Añadir nada más que pudiera ser que Rajoy lanzara su reforma tan convencido que no le importara que le fuera el cargo en ella (pero esto es improbable porque le protege la mayoría parlamentaria y porque no sopesa arribar a ese extremo) ...Pero sólo de una reforma laboral no tiene por qué nacer una huelga general u otras consecuencias.

De buen seguro, que hay más hipótesis pero ya me he cansado del juego.