martes, 23 de marzo de 2010


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Los comentarios en los diarios digitales generan más monólogo que diálogo (El Parcial)

El estudio presupone que los comentarios deben fomentar el diálogo, cuando de la investigación se deduce (“los medios digitales publican comentarios de los lectores que, sin duda, no publicarían en su edición de papel”) que la sección de comentarios no está ideada –en principio- para dialogar o conversar, sino para opinar con o sin conocimiento de causa (no se argumenta ni se conversa, se afirma en diferentes momentos). Si se buscara el diálogo como hacedor de conocimiento, no creo que la palabra comentario fuera la más apropiada para titular a esta sección -más bien, podría ser “argumenta tu opinión”, "conversa" o algo así-, y, desde luego, el espacio tendría que presentar otro formato y otras reglas diferentes y bien a la vista. Y no hablo de insultos –que deberían ser eliminados del todo y no lo son-.

Como entiendo que los comentarios no están inventados en internet para dialogar, sino que en ellos se puede "monologuizar" (¿qué tiene de malo?), no estoy de acuerdo con eliminar la opción del anonimato –como sugiere el informe-, ya que la disminución de participación por esa vía acaba con comentarios anónimos tan válidos como los identificados. No sólo se elimina la paja. Llevado al extremo, si un medio aceptara sólo opiniones con un fundamento argumentativo impecable, ¿no sería honrado pagar al comentarista por contribuir con su tiempo y pensamiento a enriquecer el medio?

Por otro lado, entiendo que ante la avalancha de comentarios y la imposibilidad de moderarlos –por no disponer de recursos humanos y económicos suficientes-, algunos diarios hayan optado por exigir más condiciones y datos en el registro de usuarios. Esto es más honesto. Es el caso del Avui, que prefiere acabar así con los comentarios hechos sin ton ni son. Este periódico on line -dice el estudio- advierte al comentarista que la IP del ordenador queda registrada cuando se plasma un comentario. En este caso, el comentario sí que va encaminado con claridad al uso de la razón para construir conocimiento, más que “sólo” a un espacio para la libre expresión.