Décadas después he leído salvajadas. Algunas: en el apogeo de la guerra fría Estados Unidos y la Unión Soviética tenían capacidad para destruir la vida del planeta como seis o siete veces (no recuerdo la cifra exacta, pero una burrada de este calibre). O que, en ese mismo periodo, EUA almacenaba 15.000 cabezas nucleares, Rusia algunas menos y China unas 500. El ingenio para matarnos es inconcebible. Si los soviéticos atacan primero y los americanos tan sólo responden con unos pocos mísiles, calma, porque los cohetes disparados –al no detectar a los compañeros- emitirán señales con la orden de lanzamiento dirigida al resto de la comparsa macabra. De todos es sabido también que Internet se inventó en EUA para descentralizar el poder militar (léase poder apretar el botón nuclear desde cualquier base).
Obama y Medvédev parece que han dado “un pequeño paso” para la humanidad, pero no un “gran salto”. Al margen de las cifras acordadas por ambas partes, habrá que corroborar el desarme. Y, en otras ocasiones, esto sólo ha significado que un misil dejaba de apuntar a una ciudad, pongamos Barcelona, ¡glups! Pero reprogramar la diana, en realidad, es cosa de dos minutos. Así que, ¿qué significa reducir las cabezas nucleares? ¿Desmantelarlas de verdad o desprogramar objetivos? También me pregunto: si se desmantela, ¿qué diantre hacer con el uranio o el plutonio, etc? Que lo engulla el sol, la mejor pero impensable -por costosa- solución.
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